martes, 12 de julio de 2011

Alta política bilateral

En julio de 2000, el presidente Fernando de la Rúa recibió una carta del canciller federal de Alemania, Gerard Schröder.

No fue un momento agradable.

Sin mayores vueltas, el germano le reclamó por Siemens, el Proyecto DNI, la seguridad jurídica y la vigencia del Estado de Derecho. Todo eso, sazonado con una amenaza velada sobre el eventual retiro de las inversiones teutonas del país.

Dicen, vale remarcar, que aquella vez De la Rúa reaccionó con dignidad.

“Chupete” tuvo, además, su revancha con Schröder en Nueva York, en la Cumbre del Milenio que se celebró por el año 2000 durante la tradicional apertura anual de la Asamblea de las Naciones Unidas.

Por esas vueltas del destino, les tocó sentarse alrededor de la misma mesa durante el almuerzo que organizó el secretario general de la ONU, Kofi Annan. Pero lejos de protagonizar algún chisporroteo, De la Rúa le prometió a Schröder que el entuerto terminaría por resolverse para bien. Es decir, para bien de los alemanes.

Explosión y colapso criollo mediante, ya sin “Chupete”, Antonito y el resto de la troupe sushi, y con Eduardo Duhalde en la Casa Rosada, los alemanes vieron una rendija para, a cambio de un gesto político hacia la Argentina del incendio, extraerle un resarcimiento económico al Estado argentino por la rescisión del contrato, el compromiso de un pago futuro o, por qué no, la compensación con algún otro contrato o proyecto.

Duhalde recibió a una delegación germana, el 15 de febrero de 2002, en la Quinta Presidencial de Olivos. Allí les comunicó que la Argentina tenía “la firme decisión de resolver amigablemente el pleito para evitar un conflicto mayor”; y Schröder le devolvió la gentileza al prometerle que “Alemania, dentro del contexto del Fondo Monetario Internacional, va a hacer todo lo posible para prestar ayuda a la Argentina”.

Ante la prensa local, Schröder dijo luego desconocer los detalles de las conversaciones que mantenía la multinacional. Afirmó que eran “negociaciones entre la empresa Siemens y el Gobierno”. Pero que “desde luego”, su gobierno alemán apoyaba “la posición de una empresa alemana”, aunque no tomaba “parte en las negociaciones”.

Alta política, que se dice.

pd: más datos, en el libro.

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