viernes, 2 de diciembre de 2011

Bombero y vendido

“Cuando se habla de mafiosos y coimeros, se los ve por la tele y se los escucha por radio, recuerdo al más simpático y creativo que me tocó conocer. Era referí y se llamaba, pongamos, Francisco Gómez Williams, o se hacía llamar así para que fuese más difícil insultarlo desde la tribuna. Igual, sus amigos le decían Pancho y ahí el personaje empezaba a rimar y sufrir como todo el mundo. Era petiso y musculoso, con una gran nariz torcida y la sonrisa siempre bien puesta. Gran conversador, sobre todo dentro de la cancha. Pedía, si la memoria no me falla, mil pesos por cobrar un penal y dos o tres mil para anular un gol. Dependía de la importancia del partido y de la cara del cliente. Uno podía comprarle incluso algún corner, o un tiro libre a veinticinco metros del arco, si se le mandaba un buen emisario a los camarines. Digo buen emisario porque Williams se había ensartado tantas veces que ya estaba curado de espanto: inventaba el penal y después los dirigentes se lo anotaban en el agua, no le daban pagarés ni cheques posdatados. Fue por eso que hizo un acuerdo con la mafia de la gobernación y abrió una cuenta en Chile a nombre de un falso referí de allá”.

Arranque del cuento “Bombero y vendido”, del libro “Arqueros, ilusionistas y goleadores”, Osvaldo Soriano, Seix Barral.

pd: cuánto lo extrañamos sus lectores, don Pepe. A usté y a su entrañable Míster Peregrino Fernández…

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